Marsupial de la familia de los falangéridos; mide entre 60 y
85 cm de longitud, y es parecido a un osezno, debido a su cuerpo rechoncho sin
cola.
Los
dedos restantes están armados de uñas afiladas, largas y curvas, que le
permiten trepar. Por lo que se refiere a la dentadura, destacan los dientes
incisivos superiores, bastante desiguales; los caninos, minúsculos, y los
molares, llenos de tubérculos.
El
singular aspecto de este marsupial se debe, sobre todo, a su gran cabeza, en la
que se destacan las orejas, pequeñas, cubiertas de pelos larguísimos y muy
divergentes una de otra; los ojos vivos y el hocico, ancho y chato.
El
pelaje, muy largo y casi rizado, es espeso, pero blando, fino y lanoso al
propio tiempo. La cara aparece desnuda a lo largo del tabique nasal y desde el
hocico hasta los ojos.
De
hábitos seminocturnos, pasa las horas calurosas del mediodía durmiendo entre
las hojas de los eucaliptos que constituyen su medio preferido. Al atardecer se
dedica a comer; su alimentación se compone de hojitas y yemas de
eucaliptos.
La distribución del
koala depende directamente de la distribución del hábitat adecuado. Es difícil
saber cómo era la distribución del koala antes de la llegada de los
europeos.
No
obstante, se sabe que entonces gran parte de la costa este de Australia estaba
cubierta por montes de eucaliptos y que éstos debieron proveerles de un amplio
hábitat.
Aunque
el conocimiento actual sobre su comportamiento nos dice que no debieron estar
distribuidos uniformemente en toda el área, sin duda la distribución potencial
debió haber sido por lejos superior a la de hoy.
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